abril 02, 2014 nadapablo
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Ruta 143, después de la tormenta. Camino a San Rafael |
430-766 km [Malargüe/San Rafael]
Abandoné Malargüe un día sábado. Compré comida y algunas cosas que necesitaba y partí con rumbo norte. Mi siguiente destino era Los Molles, a unos 55 km de Malargüe. Tomé la ruta 40 y a los 20 km viré a un camino hacia la cordillera, que bordeando el río salado llega a Los Molles. En el trayecto pinché dos veces y agoté el adhesivo para pegar parches. En mitad de la nada un kiosko pequeño, de casualidad pregunto y ¡sorpresa!, tenían “la solución” –nombre del adhesivo-.
Mapa de la ruta
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Camino a Los Molles. En el fondo, el río salado |
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En la Laguna de la niña encantada. Está poco antes de llegar a Los Molles |
Llegué a los Molles temprano, así es que avancé unos kilómetros más para llegar a los “pozos de las ánimas”, extrañas formaciones naturales llamadas “dolinas”, con dos socavones de diámetros cercanos a los 100 metros y que se mantienen en constante crecimiento. Esa noche deshice camino y armé campamento en Los Molles, a orillas del río donde conocí a unos jóvenes pescadores que me invitaron a cenar y a tomar unos fernet.
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El hermoso valle de Los Molles. El río salado con muy poca agua, por la emergencia hídrica |
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Uno de los pozos las ánimas |
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Compartiendo con unos pescadores. Luis, Manuel, Flavia y Pipi |
Al día siguiente, volví hasta la ruta 40 para en otros 25
kilómetros llegar a El Sosneado, un pequeño pueblo donde se interceptan varias
rutas importantes y la ruta 40 deja de ser asfaltada. Poco antes de llegar a El
Sosneado –cuyo nombre se origina al ser
el primer lugar que recibe el sol cada mañana- conocí a Tony, un ciclista
mendocino que me hablo muy mal de la ruta que planeaba hacer, así es decidí tomar
la ruta 143, de asfalto y que conduce directamente a San Rafael.
Al mediodía y luego de un cielo muy despejado por la mañana,
comienzan a aparecer algunas nubes. Al
poco rato y al mirar atrás, noto que a la altura de Malargüe está cayendo una
tormenta eléctrica, la cual poco a poco avanza hacia el oriente acercándoseme. Luego
de 70 km llegué a las salinas del diamante, lugar en el que luego de unos mates
me sugieren esperar ya que las tormentas cambian frecuentemente de dirección,
velocidad e intensidad. Ni hice caso y continué, pero a los pocos minutos me da
de frente y de lleno, con granizos gigantes que rebotaban en mi casco como
piedras. Logré refugiarme bajo un plástico de emergencia que siempre llevo a
mano.
Pasó la tormenta y seguí mi camino, pero en un
par de horas noto que se acerca nuevamente, así es que decidí armar campamento
a orillas de camino –de todas formas, pronto cayó la noche-. Pasan solo algunos
minutos y nuevamente la tormenta encima de mí. La carpa resistió, pero durante
varias horas no pude dormir por el ruido de la granizada.
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Camino a San Rafael, horas antes de que me cayera una tormenta |
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Ruta 143. Camino a El Nihuil |
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La bicicleta, con el Salar del diamante de fondo. |
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En el salar del diamante. Atrás se puede ver la tormenta que me cayó pocas minutos después |
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Luego de la tormenta, un arcoiris |
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En el atardecer, camino a El Nihuil, lugar donde pase la noche |
Al día siguiente seguí camino a El Nihuil. Estaba muy cerca, así es que solo
tarde una hora en llegar. El Nihuil es una pequeña localidad situada al borde
de un embalse artificial, que producto de la sequía se encontraba en muy bajo
nivel. Llegué a un camping cercano, donde conocí a Lautaro y Luna, dos chicos
de Buenos Aires con los que compartí algunos días.
Desde El Nihuil tomé dirección hacia el valle grande, un
lugar muy turístico pero me lo habían recomendado por los bellos paisajes. El
camino a través del cañon del Atuel es un bello camino, pero de tierra, en mal
estado y con muchas curvas y desniveles importantes. Estaba maravillado por
como el río, la lluvia y el viento habían pulido las rocas del lugar. Es una
ruta de unos 40 km pero parece de mucho más, sobretodo para los vehículos que
tardan más de 2 horas en recorrerla, pero es algo que vale totalmente la pena.
A las 3 horas arribé al dique Valle Grande, un inmenso
embalse con un bello entorno. Al bordear al dique principal, comienza el
asfalto y con él toda la infraestructura turística. Había mucha gente en el
camino, los camping y cabañas estaban totalmente llenos, se ofrecían rafting,
canoping y otras actividad en todos lados y muy insistentemente. Me propuse
hacer al menos algo antes de irme.
Me volví a reunir con los amigos bonarenses y nos fuimos a
un camping, donde nos cocinamos y bebimos unos buenos vinos. Durante la noche
comenzó la lluvia, la que por la mañana se detuvo pero luego por la tarde volvió,
se hizo intensa y no paró en 4 días.
Pasé esos 4 días atrapado en el valle. Toda la gente que se
veía por las calles había desaparecido, quedé solo en un camping además caro. Decidí
cambiarme a un camping más barato (MillKayac), mientras tanto no podía
continuar pedaleando puesto ambas rutas estaban cortadas, por derrumbes y
crecidas de agua en badenes. En este último camping conocí a varios muchachos -también
varados por la lluvia- con los que compartí los dos días restantes.
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Embalse El Nihuil. Hermoso, pero con poca agua y sanguijuelas |
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El dique del Valle Grande. |
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En el río del Atuel. Con lluvia durante 4 días |
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En el río Atuel, luego que terminara la lluvia y se despejara. Al día siguiente, continué el viaje |
Pasada la lluvia y luego de saciarme de olores a hierba
mojada -especialmente de romero- apareció el sol y con el mis ganas de seguir
pedaleando. Tomé mi bicicleta y continué hasta San Rafael. En 30 kilómetros de
muy buen camino ya estaba en aquella gran ciudad, y me dirigí a una hostal que
me había recomendado en el Valle Grande (Hostal Trotamundos).
En los dos días que estuve en San Rafael, arreglé mi
bicicleta, descansé, lave ropa y conocí a dos chicos de buenos aires –Flavio y
Sol-, con los que compartimos varias cervezas y nos dimos un tour nocturno en
la ciudad buscando el famoso “pipi”, único local que nos podía vender cervezas
después de las 11 de la noche.
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Llegando a San Rafael. Una vieja industria de vino y aceite de oliva |
766-1056 km [San Rafael/Godoy Cruz]
Salí de San Rafael y tomé la ruta 143, de buen asfalto y muy
transitada. Luego de unas horas de pedalear el cielo comienza a nublarse, y un
vehículo en sentido contrario me alerta que pocos kilómetros más adelante
estaba cayendo una granizada muy dura. Me encontraba pensando como recibir aquella
tormenta, cuando veo que a unos 200 metros viene la granizada avanzando muy
rápido hacia donde yo estaba, solo alcancé a sacar el plástico y cubrirme con
la bicicleta, y nuevamente los granizos, el viento, los truenos, rayos y relámpagos
se dejaron caer sobre mí, esta vez por casi una hora acumulándose un par de
centímetros en la ruta.
Al pasar la tormenta continué de inmediato hasta el
siguiente pueblo, donde pudiera encontrar un paradero o un árbol para armar mi
campamento y esperar las replicas de la tormenta, que sabía vendrían. Llegue a
un lugar llamado “El paso de las carretas”, pequeño caserío de casas muy
peculiares con formas de domos, muy cerca de Pareditas que incluso no aparecía
en el mapa. Arme campamento, comí y por la noche nuevamente las lluvias, claro
que ahora sin granizos –por suerte-, ya que en el lugar 5 años antes habían
caído 60 cm de granizos en solo un par de horas.
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Camino a Mendoza Capital. Otra tormenta a pocos metros. Me alcanzó 10 minutos después de tomar la foto |
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Una linda alameda |
Al día siguiente pedaleé algunos kilómetros y llegué a
Pareditas, donde retomé la ruta 40. Desde aquí aumenta significativamente el tránsito
vehicular, pero al mismo aparece una gran banquina, la cual permite pedalear
sin peligro. Pasé a conocer Eugenio bustos y San Carlos, dos pequeñas ciudades
a orillas de la ruta y luego continué por la 40 Llegué finalmente a Tunuyán, de
unos 40 mil habitantes, donde fui al anfiteatro y al lago buscando un lugar
donde acampar y pasar la noche. En ningunos de estos lugares estaba permitido
acampar, así es que fui a un camping fuera de la ciudad, un poco caro, pero
tenía piscina (pileta) así que valió la pena.
Al día siguiente partí a Tupungato, pueblo cordillerano en
las faldas del inmenso volcán del mismo nombre, que aún conserva muchas casas y
fincas antiguas, donde se producía y produce aún vino. Estando en el camping municipal
y luego de pernoctar en este, conocí a “El quique”, un legendario viajero que
dice ser de “ningún lado”, que viajó durante 3 años y 7 meses en su bicicleta,
y desde hace varios años viaja en su motocicleta acumulando 260.000 km.
Compartí gran parte de la mañana con él, escuchando sus consejos e historias de
viajes.
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El lago de pescadores, en Tunuyán |
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El camping municipal de Tupungato. Donde conocí a "El Quique". |
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"El Quique" o "El Ruso". Un legendario viajero, que pedaleó 3 años y 7 meses en su bicicleta |
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El libro escrito por "El Quique" luego de su gran viaje en bicicleta |
De Tupungato partí en dirección a Godoy Cruz (Mendoza
Capital), donde me esperaban unos amigos que no veía desde hace un par de años.
Desde Tupungato me fui por “los cerrillos”, una hermosa ruta entre cerros que
luego comienza a bajar a la capital. De asfalto en regular estado, pero muy
transitada de ciclistas -me imagino- mendocinos. Al retomar nuevamente la ruta
40, esta ahora era doble vía y con una ancha banquina, muy distinta a como la
había conocido los primeros días. A esa altura el tránsito vehicular era
intenso, tanto así que en la ruta ya aparecían prohibiciones para viajar en las
bicicletas, las que –claramente- ignoré, de lo contrario mi viaje no podría
haber continuado …
Llegué a Godoy Cruz a las 4 pm. Ahí me esperaba Sebastián y
Clara, con quienes pasaría las próximas dos semanas.
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Por la ruta 40, llegando a Mendoza capital |
Que lindo!!!
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