abril 28, 2018 nadapablo
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Mi rimer noche en turquía, montando campamento en el parque de la ciudad de Kesan |
Llegué finalmente a Turquía, país del que no conozco mucho, más bien casi nada. ¿De historia?, algo leí sobre el imperio otomano y alguno que otro libro de viajeros de siglos anteriores que utilizaban al país como puente para llegar a Asia, y es que precisamente eso es, incluso si miramos el mapa Turquía parece estar al medio de todo, por lo mismo aquí han convergido históricamente distintas civilizaciones para convertirse finalmente (desde hace casi un siglo) en la república de Turquía, un país de cultura muy diversa. Mi primera etapa será llegar a Estambul, siguiendo la costa del mar mediterraneo y luego la del mar de Marmara para llegar finalmente a la gran ciudad, la que fuera capital del imperio Romano, bizantino, Latino y luego Otomano. Hoy es la ciudad más poblada de Turquía sin embargo no es la capital, medida adoptada para no concentrar el poder político y económico en el extremo noroccidental del país (parte europea, recordar que parte del país pertenece a Europa y otra a Asia).
Voy cruzando desde Grecia y paso prontamente la frontera en un cruce bastante sencillo, aunque esta vez sí revisaron mi equipaje. Llegué y no tuve tiempo de preparar mi diccionario básico turco, de pronto estaba en el país sin siquiera saber como decir “hola”. Al mismo tiempo y desafortunadamente el desayuno de aquella mañana hacía efecto nocivo en mi organismo y me apuraba a buscar un baño. Encontré un restaurant, dejé mi bicicleta fuera y entré apresuradamente para pedir usar el baño. Apenas las puertas se cerraron tras de mi, un silencio invadió la sala, todos mirando al vagabundo que se acababa de bajar de la bicicleta, me miraban todos, incluso los personajes de la TV dejaron de actuar para mirarme, y yo parado ahí sin siquiera saber decir “hola” en Turco, a los 5 pasos me arrepentí, di media vuelta como queriendo abandonar el restaurant pero el hombre que atiende me llama, no entiendo nada, pero algo me pregunta. Existe un gesto universal para expresar lo que quiero, ¿Lo conocen?, aprieto los puños, achico los ojos, arrugo la frente, pongo mis codos en la cadera y con mis rodillas un poco flectadas pareciera que estoy cagando en el aire, no hay ser humano en el mundo que no entienda que lo que quiero es un "baño para cagar", pero no puedo hacer esto, todo el mundo me mira, todo el restaurant está en silencio y además están almorzando, ¿que hago entonces?, podría dibujarlo, pero mi cuaderno quedó afuera con la bicicleta, intento entonces decirle en las lenguas que conozco lo que necesito, pero ninguna se acerca, de pronto el hombre me dice algo en turco que no entiendo para nada y me da una palmada en la espalda como queriendo decir "no te preocupes, ya se lo que quieres", me toma por el brazo y me conduce a una mesa, me sienta y me trae el menú del restaurant. Antes si estaba en líos ahora estoy peor por que ni siquiera tengo dinero turco para pagar (vengo recién llegando al país), pero bueno, se ve delicioso y entre todo también recuerdo que tengo hambre, bueno, siempre tengo hambre.
Comí y mientras lo hacía pude ver donde estaba el baño, claro, escrito en turco pero ya lo identifiqué, así que en cuanto terminé me fui al baño a resolver mi primer problema. Ahora puedo pensar con claridad sobre el segundo problema, ¿Como voy a pagar esto?, me acerco al hombre de la caja y este llama a un cocinero que habla un poco de inglés y el cocinero luego de oír al dueño me traduce: "Bienvenido a Turquía, el menú es por parte de la casa, que tengas un buen viaje".
Esa misma noche buscaba un lugar para armar mi tienda pero llegué a una gran ciudad, pregunté en el parque de la ciudad y el guardia amablemente me conduce a un lugar diciéndome algo en turco algo así como: "aquí estarás tranquilo, seguro". ¡que buen comienzo!.
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Así nos conocimos con el té, té que bebí por litros en el país. El de la foto fue el primero |
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Tekkirdag |
El viaje siguió pasando por Tekkirdag donde conocí a una joven pareja que me hospedó durante dos noches, ellos me fueron introduciendo a la cultura y a los dos días salí más decidido para alcanzar Estambul. Pasé luego por Corlu, donde conocí a Melih quien había realizado un gran viaje por Asia hace algunos años y con sus historias gané mucha confianza. Luego tomé nuevamente el camino de la costa para entrar en la gran ciudad, Estambul.
Tenía dos contactos donde llegar, con la preocupación de enfrentar esta gran ciudad había contactado previamente dos ciclistas locales separados a 30 km uno del otro, pero el primero estaba al comienzo de la gran ciudad y el segundo, en algo así como la cuarta parte. Llegué donde el primer contacto (Bugra) aunque bien tarde, la ciudad había comenzado mucho antes y enfenté ese día los primeros problemas con el tráfico. Bugra junto con el buen recibimiento me comenta: "desde aquí comienza lo peor, quizás sería una buena idea tomar un bus o algo", y yo con la idea atravesada decidí hacer caso omiso e intentar de todas formas pedaleando (soy un poco porfiado). Tomé una ruta paralela a la autovía y lo cierto es que era mi única opción, pero era una ruta utilizada por la locomoción colectiva, grandes buses que pasaban a solo centímetros de la bicicleta y más de alguno me tocaba la bocina, pidiendome que abandonara la ruta. Continué sin miedo, recibí cientos de bocinazos por los coches que corrían con prisa por todos lados, pasé por pasos bajo nivel prohibidos para las bicicletas pero no había más opción, o subía con la bicicleta por la pasarela peatonal cargando los 40 y pico kilos o me arriesgo por el paso bajo nivel. Me fui llenando de estres, no dejaba de pensar en la total omisión de la bicicleta en el diseño de la ciudad, ¿como es que una ciudad con casi 20 millones de habitantes no pensó en que más de alguno se movería en bicicleta?, pero al parecer no, los coches reinan, son dueños de la calle y lo saben, lo manifiestan con cada bocina y no solo contra la bicicleta, también contra los peatones. Aquí por ejemplo pocos respetan el paso cebra y si te animas a cruzar no solo "no" frenarán sino que además te tocarán la bocina para que salgas de la calle y hasta te puedes ganar un insulto gratis. Por suerte llegué pronto a casa de Dilara, quien me recibe con brazos abiertos y me da la calma que necesitaba, había sido un día agitado, la ciudad me estaba rechazando con bicicleta y todo, pero estaba batallando.
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Mi llegada a Estambul, al tráfico |
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Tres solitarios árboles en la costa |
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El atardecer que quedaba a mis espaldas
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Con Dilara y su familia paso gratos días, me voy introduciendo rápido al país, a sus comidas, tradiciones, pero aún queda parte de la ciudad por atravesar, así es que me decido a continuar, mi siguiente destino era cruzar el estrecho de Bosforo, que conecta el mar de Marmara con el Mar negro y que además separa Estambul en dos, siendo también esta la frontera del continente europeo, es decir, estaría llegando a Asia. Salí temprano y con tiempo, tomé pequeñas callecitas de piedra, crucé la parte histórica con el burro cargado y llegué finalmente al ferry con el que cruzaría al continente asiático. La noche había caído y con mi bicicleta cargada subo al barco que muy amablemente me recibe por una puerta especial. Por solo 5 liras (1 euro) estaba embarcado y rumbo a Kadikoy, cruzando la gran ciudad, estoy llegando por primera vez al continente asiático !
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El gran bazar |
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Me gustan estos balcones |
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El parque Gezi, ícono de la lucha juvenil en la ciudad |
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Torre de Galata, que se puede ver desde varias partes de la gran ciudad |
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Un barrio de comercio |
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Pescadores en el puente Galata, que cruza el cuerno de oro (brazo de mar) |
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Un amigo turco me enseñó a cruzar las calles. Turkish Style |
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En el inicio de la vía Egnatia, construida por los romanos y que unía Estambul con Albania. |
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