diciembre 30, 2018 nadapablo
He cruzado la frontera desde Turquía y ya estoy en Georgia, el primer país de la ex-unión soviética que visito. En plena frontera un hombre georgiano me da la bienvenida hablándome en Turco al tiempo que me regala una naranja, otro hombre llega al par de minutos con una bandera de Georgia para poner en mi bicicleta. Pienso: "Que linda bienvenida al país", por que además la policía en la frontera fue muy amable, al verme llegar con la bicicleta se apresuraron en darme preferencia.
Llegué a los pocos minutos a Batumi, ciudad que con modernos y blancos edificios me recordaron a Calatrava (Arquitecto español) y mi paso por Valencia, España. Reflexiono en el lugar puesto esperaba encontrarme con edificios soviéticos y una país con bastante secuela de guerra sin embargo estos edificios blancos me dan una gran sorpresa. Había decidido tomar una ruta que va entre las montañas muy cerca de la frontera con Turquía, que cruza pequeños pueblos que con suerte puedo verlos en el mapa. No tengo mayor información de la ruta, no se en que estado se encuentra, no se su altura y la verdad es que todo eso me atrae, me atrae el "no saber" y decido ir por la sorpresa, esa sorpresa que aparece en cada kilómetro que se avanza.
En cuanto dejé Batumi de inmediato y a propósito, una sorpresa. Antiguas fábricas abandonas aparecen a orillas del camino, también algunos bloques de arquitectura soviética que desde que fueron construidos no han vuelto jamás a ser repintados. Aquí muchas ventanas rotas son cubiertas por plásticos o lo que se encuentre. Atrás también queda el Mar negro, quien fuera mi compañero las últimas semanas. Voy subiendo poco a poco, voy aguas arriba y a los pocos kilómetros se reduce el intenso tráfico de automóviles. Aparecen también las vacas a orillas de camino, esas que sin su dueño caminan tranquilas como por el patio de su casa. Una de estas vacas decide seguirme, mejiendo corre a mi encuentro y luego me sigue por al menos un kilómetro, como si me conociera, pero ¿Cómo puedo entender a una vaca?, Que impotencia mi limitada comunicación.
Continué subiendo por las montañas cruzando pueblos interiores, de comercio callejero donde veo muchos comerciantes de tabaco y de agua ardiente que por aquí la llaman "chacha". Comienzo a familiarizarme con sus productos, aquí no veo Ayran como en Turquía, sin embargo aparece la leche condensada y las maravillas (semillas de girasol) bañadas en miel. Sigo subiendo hasta que desaparecen los pueblos y luego enfrento la última gran subida. Un gran viento me da de frente, viento que es cada vez más frío. Aparece la nieve que con la llegada de la primavera se va derritiendo y dejando un enorme barrial a su paso. Los últimos kilómetros son de constante lucha contra la gran pendiente, el viento, el barro y ahora contra la nieve que se acumula cada vez más, aunque todo el paisaje en su conjunto es hermoso. Coches que pasan por mi lado ofrecen darme una mano pero rechazo su ayuda y continúo, confío en el burro y en mis piernas.
Llego a la cima y una gran pared de nieve me recibe, un callejón con más de dos metros de nieve a cada lado es como la alfombra roja de los espectáculos. Estamos felices, celebramos con el burro, hemos conquistado el paso pero se acerca la noche y con ella un frío al que no quiero desafiar. Bajamos hasta dar con un río poco antes del primer pueblo y encuentro un espacio que me parece bastante bueno por que animales salvajes no suelen acercarse a los pueblos, pero al mismo tiempo estoy fuera del pueblo. Fue una hermosa y romántica noche, armé un fuego y canté casi todo mi repertorio, incluso improvisé y luego mi tienda me esperaba con los brazos abiertos a menos de dos metros de distancia.
Continúo río abajo y de pronto el asfalto se pierde, también se pierde la claridad de las aguas que vienen bajando de la misma montaña. Pequeños pueblos aparecen, están cubiertos de polvo, también aparecen algunos túneles y al poco andar regresa el asfalto que ahora es casi perfecto, nuevo. Cruzo una ciudad en la que me hago de abastos y un poco de información para seguir la ruta, puesto el único mapa que porto se ha vuelto muy confuso. Continúo y los pueblos otra vez desaparecen, dan paso a los bosques que esconden el río que a estas alturas se ha vuelto inmenso. Frente a mi aparece un hermoso castillo que corona un pequeño cerro. Intento escalar para pasar la noche en el lugar pero no lo consigo, aunque poco me importa por que está rodeado de lugares hermosos para pasar la noche.
Días después llego a "Gori", histórica ciudad donde naciera Stalin y hasta donde llegaron los rusos en la última guerra de Osetia solo unos años atrás para tocar el alma y orgullo georgiano. La ciudad da la bienvenida con las antiguas fábricas soviéticas abandonadas, grandes edificios que dan una idea de lo grande que fue la maquinaria soviética. Aquí consigo una idea de la verdadera Georgia, esa que dista mucho de los modernos y blancos edificios de Batumi. Aquí en Gori también aprecio las profundas diferencias que existen con los rusos aunque económicamente dependen en gran medida de ellos.
Continuo rumbo a la capital, pero no quiero tomar la ruta principal así es que me meto nuevamente en un camino de montaña donde los bosques se convierten en praderas verdes, pero el fuerte viento de la noche me hace pasar susto en mi campamento. Sía siguiente llego a Tiblisi y la ciudad me sorprende con la variedad de arquitectura, comercio y de gente. Hay una convivencia tranquila de Turcos, Armenio, Rusos, Azaries, Iranies y por supuesto Georgianos. Aquí me tomo un descanso, hago algunos planes para las siguientes semana y leugo de tres días emprendo nuevamente viaje, paso la ultima noche muy cerca de la frontera con Armenia y al día siguiente ya estoy en la frontera del país. Ha sido un breve pero intenso paso, que me selló en la memoria esos verdes bosques custodiando el río y las hermosas montañas del Caucaso.
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En mi llegada a Georgia, muy cerca de la frontera con Turquía |
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Los grandes y modernos edificios en blanco de la costa |
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Más al interior de la ciudad se puede encontrar aun arquitectura soviética muy bien conservada |
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Esta es la vaca que me siguió más de un kilómetro |
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Los hermosos días al orillas del rio |
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Esto es algo muy típico de Georgia, con un huevo crudo y queso y por supuesto, la "limonada" georgiana |
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Un antiguo sistema para cruzar el río |
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Este puente es hermoso |
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A medida que subo aparecen en mi horizonte hermosas y altas montañas. |
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El paso de montaña |
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Cruzando las paredes de nieve muy cerca de cima |
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Buscando un rincón para armar mi campamento |
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Uno de los castillos que me crucé. Este bien conservado era accesible, pero no estaba permitido pasar la noche. |
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En Gori Stalin es un personaje, querido u odiado pero muy reconocido. |
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La casa donde naciera Stalin, donde además vivió su infancia. |
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Esta burra miraba muy atenta al burro (mi bicicleta) |
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En Tiblisi, capital de Georgia |
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Esculturas en Tiblisi |
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En el mercado de antiguedades, donde se pueden encontrar increíbles artículos a muy bajo costo. |
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Un antiguo edificio casi devorado por los arbustos, reclamando su espacio. La escultura luce como resignada y sin saber de explicación al fenómemos de la anturaleza. |
Impresionante aventura. Me ha gustado el post. Mis mejores deseos para 2010 ;-)
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