30/4/18

[Turquía] Parte 2. Adalar y la isla Heybeliada. La calma frente a Estambul


Llegué de sorpresa a esta isla, unos amigos de Pendik, Estambul, me propusieron tomar un barco e ir, ellos tenían una amiga viviendo en la isla así es que además tendría donde quedarme. Tomé la bicicleta, llegué al puerto de Kartal, subimos al barco y a los 30 minutos ya estaba en la Isla.

El puerto de Heybeliada. Llegando con el barco

De inmediato aparecen árboles por montón, que se extrañan mucho en Estambul

Aquí no hay coches (salvo bomberos y algunos coches de servicios)

Heybeliada (La isla del medio en turco) es una de las islas que componen el distrito de Adalar (las islas). En la isla no se permite el tránsito de coches (salvo bomberos y alguno que otro coche de servicio autorizado), por tanto la única forma de desplazarse es en carruajes, bicicletas, motos eléctricas o simplemente caminando.

Las islas están en el mar de mármara, frente a la gran ciudad de Estambul y hacen un enorme contraste con la convulsionada ciudad. Aquí no hay los millones de coches que se mueven en frente, tocando la bocina en todo momento, ensuciando el aire, aquí en Heybeliada se siente el aire limpio, es posible caminar tranquilo por las calles, es posible reencontrarse con el silencio y la calma. La isla además tiene un contexto histórico importante, aquí han vivido importantes personajes e incluso parte de su población son armenios, aquí vivieron algunos de los sobrevivientes del horrible genocidio armeniano a manos del imperio otomano.

Llegar en sencillo, aunque solo se puede hacer en barco. El barco se puede tomar desde Kartal (Puerto frente a las islas) y también desde el centro de Estambul. El billete tiene una valor de 5 liras (1 euro), pero si pagas con la tarjeta "Istanbulkart" te puede llegar a costar la mitad y puedes combinar con metro una vez en la gran ciudad. Yo crucé por primera vez desde Kartal y con la bicicleta me cobraron 5 liras extras (1 euro), y es un pequeño barco pero con gente muy amable. Luego tomé el gran ferry desde Kadikoy, un trayecto mucho más largo y que se detiene en todas las islas, aunque el costo es el mismo. 

En mi llegada a la isla me sorprendió la cantidad de carruajes que se desplazaban por la ciudad, los bares con sus terrazas en silencio a orillas del mar, la frescura del aire y las grandes y hermosas casas de madera repartidas por toda la ciudad. Dejé mi bicicleta en la casa donde estaba invitado y me fui a la escuela básica de la isla por que los chicos estaban interesados en conocer al ciclista que venía llegando a la isla. Luego dimos una caminata por la isla hasta llegar a la iglesia bizantina (última construida por el imperio bizantino), desde donde se consiguen impresionantes vistas de las otras islas, a la gran ciudad enfrente y al sol cuando se acuesta.

Otra gran caminata es ir hasta el monasterio ortodoxo que aún funciona como seminario. Recorrí por completo el monasterio, es posible entrar incluso a sus salas y oír a los sacerdotes hablando en griego. No menos importante son sus hermosos jardines o caminar por entre los bosques que rodean el monasterio, para finalmente descender al pueblo cruzando por entre sus barrios que cuelgan por los cerros con sus hermosas casa de madera, bajando y bajando escalas, esquivando gatos hasta llegar finalmente al centro de la ciudad, una pequeña calle que funciona como comercio donde es posible encontrar restaurantes, algunos pequeños supermercados y poco más allá el puerto del pueblo.

Finalmente pasé 5 días en la isla, aunque si se organizan bien pueden recorrer y disfrutar la isla en una día completo, tomando un ferry por la mañana y otro para regresar al final del día. Los últimos ferrys dejan la isla cerca de las 21:00 hrs. (Es importante confirmar los horarios, en las oficinas de ferry hay letreros en Inglés, solo deben preguntar por "adalar")



Al frente se puede ver Kartal, parte de la gran ciudad de Estambul

Entre el bosque duermen los caballos y guardan las carretas que al día siguiente moverán a la ciudad

Que tranquilidad

Desde la isla es posible ver los atardeceres en todo su esplendor 

Las hermosas casas de madera

En el seminario que aún funciona. monasterio ortodoxo de la isla

Casas de madera

Los gatos reinan en la isla

Grandes y hermosas casas, completas de madera

Barrios residenciales 

El centro del pueblo, con su calle de comercio y turismo

28/4/18

[Turquía] 1° Parte. Voy llegando a Estambul, cruzando por primera vez al continente asiático



Mi rimer noche en turquía, montando campamento en el parque de la ciudad de Kesan
Llegué finalmente a Turquía, país del que no conozco mucho, más bien casi nada. ¿De historia?, algo leí sobre el imperio otomano y alguno que otro libro de viajeros de siglos anteriores que utilizaban al país como puente para llegar a Asia, y es que precisamente eso es, incluso si miramos el mapa Turquía parece estar al medio de todo, por lo mismo aquí han convergido históricamente distintas civilizaciones para convertirse finalmente (desde hace casi un siglo) en la república de Turquía, un país de cultura muy diversa. Mi primera etapa será llegar a Estambul, siguiendo la costa del mar mediterraneo y luego la del mar de Marmara para llegar finalmente a la gran ciudad, la que fuera capital del imperio Romano, bizantino, Latino y luego Otomano. Hoy es la ciudad más poblada de Turquía sin embargo no es la capital, medida adoptada para no concentrar el poder político y económico en el extremo noroccidental del país (parte europea, recordar que parte del país pertenece a Europa y otra a Asia).

Voy cruzando desde Grecia y paso prontamente la frontera en un cruce bastante sencillo, aunque esta vez sí revisaron mi equipaje. Llegué y no tuve tiempo de preparar mi diccionario básico turco, de pronto estaba en el país sin siquiera saber como decir “hola”. Al mismo tiempo y desafortunadamente el desayuno de aquella mañana hacía efecto nocivo en mi organismo y me apuraba a buscar un baño. Encontré un restaurant, dejé mi bicicleta fuera y entré apresuradamente para pedir usar el baño. Apenas las puertas se cerraron tras de mi, un silencio invadió la sala, todos mirando al vagabundo que se acababa de bajar de la bicicleta, me miraban todos, incluso los personajes de la TV dejaron de actuar para mirarme, y yo parado ahí sin siquiera saber decir “hola” en Turco, a los 5 pasos me arrepentí, di media vuelta como queriendo abandonar el restaurant pero el hombre que atiende me llama, no entiendo nada, pero algo me pregunta. Existe un gesto universal para expresar lo que quiero, ¿Lo conocen?, aprieto los puños, achico los ojos, arrugo la frente, pongo mis codos en la cadera y con mis rodillas un poco flectadas pareciera que estoy cagando en el aire, no hay ser humano en el mundo que no entienda que lo que quiero es un "baño para cagar", pero no puedo hacer esto, todo el mundo me mira, todo el restaurant está en silencio y además están almorzando, ¿que hago entonces?, podría dibujarlo, pero mi cuaderno quedó afuera con la bicicleta, intento entonces decirle en las lenguas que conozco lo que necesito, pero ninguna se acerca, de pronto el hombre me dice algo en turco que no entiendo para nada y me da una palmada en la espalda como queriendo decir "no te preocupes, ya se lo que quieres", me toma por el brazo y me conduce a una mesa, me sienta y me trae el menú del restaurant. Antes si estaba en líos ahora estoy peor por que ni siquiera tengo dinero turco para pagar (vengo recién llegando al país), pero bueno, se ve delicioso y entre todo también recuerdo que tengo hambre, bueno, siempre tengo hambre.

Comí y mientras lo hacía pude ver donde estaba el baño, claro, escrito en turco pero ya lo identifiqué, así que en cuanto terminé me fui al baño a resolver mi primer problema. Ahora puedo pensar con claridad sobre el segundo problema, ¿Como voy a pagar esto?, me acerco al hombre de la caja y este llama a un cocinero que habla un poco de inglés y el cocinero luego de oír al dueño me traduce: "Bienvenido a Turquía, el menú es por parte de la casa, que tengas un buen viaje".

Esa misma noche buscaba un lugar para armar mi tienda pero llegué a una gran ciudad, pregunté en el parque de la ciudad y el guardia amablemente me conduce a un lugar diciéndome algo en turco algo así como: "aquí estarás tranquilo, seguro". ¡que buen comienzo!.

Así nos conocimos con el té, té que bebí por litros en el país. El de la foto fue el primero

Tekkirdag
El viaje siguió pasando por Tekkirdag donde conocí a una joven pareja que me hospedó durante dos noches, ellos me fueron introduciendo a la cultura y a los dos días salí más decidido para alcanzar Estambul. Pasé luego por Corlu, donde conocí a Melih quien había realizado un gran viaje por Asia hace algunos años y con sus historias gané mucha confianza. Luego tomé nuevamente el camino de la costa para entrar en la gran ciudad, Estambul.

Tenía dos contactos donde llegar, con la preocupación de enfrentar esta gran ciudad había contactado previamente dos ciclistas locales separados a 30 km uno del otro, pero el primero estaba al comienzo de la gran ciudad y el segundo, en algo así como la cuarta parte. Llegué donde el primer contacto (Bugra) aunque bien tarde, la ciudad había comenzado mucho antes y enfenté ese día los primeros problemas con el tráfico. Bugra junto con el buen recibimiento me comenta: "desde aquí comienza lo peor, quizás sería una buena idea tomar un bus o algo", y yo con la idea atravesada decidí hacer caso omiso e intentar de todas formas pedaleando (soy un poco porfiado). Tomé una ruta paralela a la autovía y lo cierto es que era mi única opción, pero era una ruta utilizada por la locomoción colectiva, grandes buses que pasaban a solo centímetros de la bicicleta y más de alguno me tocaba la bocina, pidiendome que abandonara la ruta. Continué sin miedo, recibí cientos de bocinazos por los coches que corrían con prisa por todos lados, pasé por pasos bajo nivel prohibidos para las bicicletas pero no había más opción, o subía con la bicicleta por la pasarela peatonal cargando los 40 y pico kilos o me arriesgo por el paso bajo nivel. Me fui llenando de estres, no dejaba de pensar en la total omisión de la bicicleta en el diseño de la ciudad, ¿como es que una ciudad con casi 20 millones de habitantes no pensó en que más de alguno se movería en bicicleta?, pero al parecer no, los coches reinan, son dueños de la calle y lo saben, lo manifiestan con cada bocina y no solo contra la bicicleta, también contra los peatones. Aquí por ejemplo pocos respetan el paso cebra y si te animas a cruzar no solo "no" frenarán sino que además te tocarán la bocina para que salgas de la calle y hasta te puedes ganar un insulto gratis. Por suerte llegué pronto a casa de Dilara, quien me recibe con brazos abiertos y me da la calma que necesitaba, había sido un día agitado, la ciudad me estaba rechazando con bicicleta y todo, pero estaba batallando.

Mi llegada a Estambul, al tráfico

Tres solitarios árboles en la costa

El atardecer que quedaba a mis espaldas
Con Dilara y su familia paso gratos días, me voy introduciendo rápido al país, a sus comidas, tradiciones, pero aún queda parte de la ciudad por atravesar, así es que me decido a continuar, mi siguiente destino era cruzar el estrecho de Bosforo, que conecta el mar de Marmara con el Mar negro y que además separa Estambul en dos, siendo también esta la frontera del continente europeo, es decir, estaría llegando a Asia. Salí temprano y con tiempo, tomé pequeñas callecitas de piedra, crucé la parte histórica con el burro cargado y llegué finalmente al ferry con el que cruzaría al continente asiático. La noche había caído y con mi bicicleta cargada subo al barco que muy amablemente me recibe por una puerta especial. Por solo 5 liras (1 euro) estaba embarcado y rumbo a Kadikoy, cruzando la gran ciudad, estoy llegando por primera vez al continente asiático !


El gran bazar

Me gustan estos balcones

El parque Gezi, ícono de la lucha juvenil en la ciudad

Torre de Galata, que se puede ver desde varias partes de la gran ciudad

Un barrio de comercio

Pescadores en el puente Galata, que cruza el cuerno de oro (brazo de mar)

Un amigo turco me enseñó a cruzar las calles. Turkish Style

En el inicio de la vía Egnatia, construida por los romanos y que unía Estambul con Albania.

15/4/18

[Grecia] Cruzando la región de Tracia y mi caída al agujero negro


Kavala. Mi reencuentro con el mar mediterraneo
Grecia ha sido para mi el mejor ejemplo en que la historia se aprende mejor viajando, estando en los lugares donde ocurrieron los hechos (como decimos en Chile “donde las papas quemaron”) , escuchando las versiones de la gente local, compilando historias para luego sacar conclusiones y hacerse una idea. Y es que Grecia es hoy una república, pero solo desde hace 45 años. Cuando supe esto lo primero que me pregunté, ¿Como una de las democracias más antiguas del mundo es república desde hace tan poco?, y la historia recién comienza a ponerse interesante, por que previamente fueron una monarquía coronando incluso tres veces al mismo rey, pero todavía antes fueron parte del imperio otomano donde no construyeron historia propia por casi 400 años, si, ¡400 años bajo el poder otomano!

Hoy Grecia es una república que además enfrenta problemas económicos, desde cuando hace algunos años estalló la crisis que hasta hoy tiene a una parte de la población afectada, ver establecimientos vacíos o fábricas abandonadas es una postal muy común de Grecia (aunque los amigos de acá me comentan que poco a poco el país se vuelve a levantar).

Yo entré a Grecia cruzando las montañas desde Bulgaria. Al primer pequeño pueblo que entré pedí un café y casi sufrí un desmayo con el precio (3 euros), desde Francia que no pagaba tan caro, pero aquí contrarresta la amabilidad de la gente, la misma dueña del local al verme de bicicleta me preparo una caja con dulces de la tienda dándome al mismo tiempo la bienvenida al país (ella hablaba muy bien el inglés).

Llegué a Drama en la región de Macedonia y Traquia (Al norte de Tesaloniki) y aquí me encontré con Kostis, un músico con muchos proyectos en su cabeza que me transmitió unas ganas increíbles de parar, volver a mi tierra y trabajar por mis proyectos, pero el viaje debe continuar, aunque debo confesar que desde ese momento comenzó un punto de inflexión que posteriormente me hará tomar una importante desición.


Mi primera foto en Grecia

Camino a Drama

Drama


Drama

Drama


Me despedí de Kostis y seguí al sur, finalmente al mar mediterraneo. En Kavala conocí a Nico, un chico que contacté por Couchsurfing y me esperó con una pizza gigante en la hermosa ciudad. Continué por la costa admirando el hermoso mar azul, entendiendo por que tanto azul en su bandera. Me encontré con gente muy amable en el camino, espontáneamente me invitaban al café, a comer, muchas veces sin tener una palabra en común.

Kavala, en un nuevo encuentro con el Mar mediterraneo

Kavala

Kavala

Kavala


Un día por ejemplo paré en un café por la mañana para cargar mi celular. En el interior solo habían viejos que al verme pararon todo tipo de conversación para mirar al vagabundo que trataba de explicar a la mujer que atendía que quería cargar su teléfono. Con dibujos pude explicar mi viaje, estaban todos super expectantes, imagínense tener a 10 abuelos rodeando mi mesa, ofreciéndome cada uno de ellos otro café. Día siguiente paré en otro café ahora a pedir usar el wifi, el dueño no solo no me cobro sino que además me invitó a un café con galletitas. Yo feliz con mi café, cargando además mis aparatos electrónicos cuando comienza a llegar gente vestida de negro. Resultó ser un post funeral, no paraban de invitarme a café y comida, comí dos sandwiches, tomé 4 cafés y me llevé un menú para el camino. Así estaba siendo recibido en Grecia.


Camino a Komotini

Durmiendo en el campo

Granadas que me han regalado por el camino

Llegué a Komotini y aquí caí en el agujero negro. Primero por que conocí a María, una chica griega que trabajaba con chicos discapacitados pero había armado con todo ello un equipo de basquetbol y al día siguiente la lluvia me obligó a buscar otro lugar donde caer y así conocí a Agne, una chica escaladora super alegre que aquella misma tarde ya me había invitado a escalar a su gimnasio.

De pronto me ví en el gimnasio intentando escalar, haciendo algo distinto a la bicicleta, conociendo mucha gente y afuera continuaba la lluvia que me recordaba una y otra vez: “Hey muchachito, el invierno está aquí”, fue en ese momento en que decidí parar mi viaje, hacer una pausa, pero me decidí primero llegar hasta Turquía, saldría al día siguiente a menos que algo extraño sucediera.

Aquí es donde comenzó a sucederme una extraña serie de sucesos que me impedían abandonar el pueblo, periodo al que llamo el agujero negro. En el gimnasio conocí Afroditis y Semina, amigas de Agne y por la noche ya teníamos fiesta. Día siguiente, cuando debía partir, olvidé todo mi set de cocina y tuve que esperar hasta el día siguiente para recuperarlos. En la espera conocí a Nacho, un chico español que vivía hace algún tiempo en Grecia y no vaciló en aceptarme en su casa. Aquí también conocí a Anastasia y fuimos preparando comida y cantando, y se fueron pasando los días y me sentía como en casa. De pronto, toda la desición de llegar hasta Turquía se había esfumado y luego de una semana me decidí finalmente a abandonar Komotini.


16000 km cumplidos

En la vía Egnita, por aquí pasó Cerses, Alejandro Magno y ahora el burro
Con los amigos españoles que conocí en Alexandrópolis


Llegué a Alexandrópolis y estaba muy cerca de la frontera con Turquía. Aquí conocí tres chicos españoles que querían llegar a la India con sus bicicletas, pasé con ellos una fría tarde hablando de aventuras, historias y planes de viaje, pero luego por la noche encontramos refugio en un monasterio, recuerdo claramente como nos cambió la cara luego de esa ducha caliente. Día siguiente nos despedimos y acordamos juntarnos en algún lugar futuro, yo iría a despedirme primero de una amiga para luego continuar la ruta.

Me encontré con Afroditis, la chica más loca de Grecia y me dice: “Ela Malaka! (malaka es una expresión que utilizan mucho los jóvenes), deja tu bicicleta aquí en Alexandrópolis y regresemos a Komotini (el pueblo donde había estado una semana antes), Nacho (el chico español) nos está preparando una gran cena”. Así es como el agujero negro me atrajo nuevamente, de pronto estaba nuevamente en Komotiní, riendo, haciendo música, saliendo a escalar con los amigos, me olvidé por una semana de la bicicleta y todo eso me ayudó a confirmar lo que pensaba, debía hacer una pausa, necesito olvidarme de la bicicleta por un tiempo.




Con Afrodita en Alexandrópolis 

De regreso a Alexandrópolis tomé mi bicicleta y me fui a Turquía, pero ahora decidido a buscar un lugar para parar. Esa misma tarde crucé la frontera, me estaba despidiendo de Grecia, estaba abandonando el agujero negro.

Ultima postal de Grecia antes de entrar a Turquía

Un restaurant también para las aves

En komotini

Semina y su descanso luego de escalar la gran roca