25/8/17

[San Marino] Con bicicleta por el estado soberano más antiguo del mundo



San marino y sus callejones. En el centro histórico


Despierto temprano en medio del bosque, me despiertan los gallos que desde una casa cercana gritan a primera hora del día. Desarmo pronto el campamento y a pedalear, rumbo a San Marino. Solo 10 kilómetros por delante, voy pasando los últimos pueblos italianos y autos con placas de San marino aparecen, todo indica que estoy cerca. Llego a San Marino sin darme cuenta, un simple letrero en sobre el camino me da la bienvenida, "A la antigua tierra de la libertad". No siento diferencia, veo muchos coches italianos transitar libremente, las casas son iguales, los letreros del camino también, incluso las obras viales, me da la impresión que sigo en Italia, pero es temprano para hacerse una idea.

Continuo hacia el gran monte, la ciudad de San Marino desde donde puedo ver el mar,pero antes una visita al supermercado para explorar que come la gente aquí. Sorpresa mia, es lo mismo que en Italia pero más caro, al menos no necesito cambiar moneda ya que el euro es oficial. 

Finalmente llego a San Marino, me reciben oleadas de turistas que llegan en buses desde todas partes del mundo. también me reciben las tiendas de comercio "libre", sin impuesto, las que venden perfumes, tecnologías y en general de todo. Una mezcla de caras, idiomas, colores pero de fondo una hermoso centro histórico, muy bien conservado, el cual me permite recorrerlo en bicicleta (En coche está prohibido). Mi paso por la ciudad histórica resultó un viaje en el tiempo, reocrrer el castillo por sobre sus muros con el enorme paisaje que cuelga de sus cerros fue una gran premio a la enorme subida previa, pero San Marino es pequeño y más pequeño se siente con la bicicleta.

Luego de un par de vueltas por el centro histórico, comienzo el descenso para retornar a Italia. Paso dos pequeñas ciudades que para mi son totalmente italianas, solo me llama la atención la gran publicidad a los bancos o casas comerciales, pero continuo, voy en descenso, no quiero detenerme. Finalmente, un letrero se despide, ya he cruzado el estado soberano más antiguo del mundo.



Desde San Marino, es posible ver el mar Adriático

Los cientos de turistas que visitan San Marino

El Parlamento de san Marino

Antiguas casas del centro histórico

Sobre los muros de la ciudadela

Sobre los muros de la ciudadela

24/8/17

[Italia 4] De Roma a San Marino, por la costa adriática



Este paisaje fue el regalo al cumplir los primeros 10 mil kilómetros de viaje

Antes de dejar Roma paso por la embajada chilena donde me regalan una bandera. La publicación de este acto tuvo como consecuencia muchos invitaciones de chilenos viviendo en Italia, la primera de una chilena de Stimigliano (a unos 60 km de Roma) donde decido pasar. Así conocí a Lucy, quien vivía en un castillo y me preparó un gran recibimiento. Día siguiente mi ruta debía continuar a Camerino, pero antes debía cruzar los Apeninos que resultaron bastante duros, aunque en medio de un hermoso paisaje. En Camerino me encontré con Franklin y otro grupo de chilenos que también me invitó a visitarle. Aquí pude ver las consecuencias del último terremoto, mis recuerdos viajaron en el tiempo al gran terremoto en Chile que me tocó vivir. Dejo atrás el hermoso pueblo de Camerino y marcho a la costa adriática, donde continuaría con Caterina. Una costa invadida de playas privadas, música vacía y confusa sonando a altísimo volumen, muchos coches y ruidos, no fue un camino completamente grato pero por suerte encontramos pequeños lugares apartados de todo. Una ruta de campos de girasol nos llevó al mar, luego un bosque nos dio una pausa entre las playas privadas y colmadas de gente, y por la noche un pequeño rincón apartado del turismo nos cobijó. Día siguiente continuamos con igual suerte, invisibles para ese paisaje de color turismo y la noche nos regaló un cielo estrellado con una serenata de grillos. tres días de costa adriática la que sería mi despedida del mar, no nos veríamos en mucho tiempo. El camino se va al interior, aunque aún huelo el mar. Voy subiendo lento, alejándome del mar, un gran cerro aparece en el horizonte, es San Marino, el estado soberano más antiguo del mundo, me llama a visitarle y a ello voy.



En Stimigliano, norte de Roma

Una puerta romana me da la bienenida a Narni, unos 70 km al norte de Roma



En Terni, una de las cascadas más grandes de europa

Caminos entre bosques me llevan a los apeninos

Un gran monumento que sobrevivió el terremoto en camerino

Campo de girasoles

Caterina tomando aire para lo que queda de subida

Construcción moderna con corredores

16/8/17

[Italia 3] De Napoles a Roma, la ciudad eterna




Dejo atrás Nápoles pero me marcho con esperanzado en volver algún día, recorrer de forma más íntima sus barrios, parques, museos y la ciudad subterranea, pero por delante tengo Roma, que con seguridad no me decepcionará. Tomo la ruta de la costa por pequeños pueblos que lucen sus ruinas griegas y romanas como un gran tesoro. La costa comienza a poblarse de turismo, aparecen algunos hoteles lujosos y exclusivos por lo que decido alejarme, tomar el interior. Tomo la vía Casia y me perfilo para entrar a la gran ciudad, la ciudad eterna. última noche y duermo en una casa abandonada a orillas del camino, fuegos artificiales me despiertan por la noche pero logro continuar en mi descanso. Día siguiente, camino a Roma y a tan solo 50 km comienzo la jornada. Los caminos se van poblando de autos, el comercio y las industrias van creciendo, las personas en la calle se multiplican, debo estar cerca de la gran ciudad. Pequeñas columnas de arquitectura grecoromana aparecen en el camino, estoy cerca, no pasan más de 10 minutos y un letrero me da la bienvenida, he llegado a Roma.

Esperaba encontrar en Roma una ciudad "bikefriendly" pero me equivoqué, aunque existen algunas ciclovías y los conductores en general respetan la bicicleta, me resultó muy complicado intentar visitar el centro de la ciudad, primero por la falta de espacios para desplazarse y segundo por la gran cantidad de turistas. No consigo conectar con la Roma de historia, la gran masa de turistas no me permite disfrutar de la ciudad eterna, decido cambiar de estrategia, Roma debe ser visitada de noche.

Es cerca de la medianoche y partimos al tour nocturno por Roma. El Coliseo iluminado y glorioso nos da la bienvenida, se muestra hermoso para nosotros, sin ruidos, sin comerciantes ambulantes. Seguimos por las grandes avenidas que conectan hacia el centro histórico, las ruinas griegas posan iluminadas, hermosas y en silencio, como pinturas de cuadro para nuestra visita. La fontanas del centrales, esas imposibles ver de día, el Río Tiber iluminado y música por todos sus rincones, crean un gran espectáculo. Roma de noche es para enamorarse.

En Roma también reparé a la compañera bicicleta. Encontré para ello un lugar llamado "Cicloficina", el cual funciona como taller abierto, gratuito en donde el mecánico de la bicicleta finalmente eres tu mismo. Es posible encontrar repuestos, grasa, aceites e incluso personas con bastante conocimiento que te pueden orientar. Esta es una iniciativa popular que para mi resultó perfecta.

Roma y sus Playas

Es verano, hay calor y mucha humedad, Roma se vuelve un horno. Decidimos con Caterina irnos al mar, pero ¿Que alternativas tenemos en Roma?, una ciudad tan grande, con tantos habitantes es seguro que en sus playas cercanas los mares estén invadidos, pero bueno, hay que constatarlo. Con un tren nos fuimos a Ostia, a unos 20 km de Roma, trenes que además cuentan con un vagón habilitado para bicicletas. Luego de 30 minutos llegamos a Ostia pero gran sorpresa, las primeras playas son todas privadas, exclusivas. Un letrero nos indica que más al sur existen playas "Libres", mi cabeza piensa ¡Que locura!. Encontramos finalmente una y a vivac pasamos la noche, linda experiencia pero no quedamos conformes, debíamos buscar otra playa.

Tomamos un tren al norte, nuevamente cargamos las bicicletas en dirección "La fenilla" (Cerca del Lago di burano), playas Toscanas a unas 2 horas en tren de Roma (aunque nosotros hicimos una parte con bicicletas). Era lo que buscábamos, playas libres rodeadas de hermosos bosques, aguas limpias y silencio, nos quedamos 2 días disfrutando las playas y luego volví por mis cosas a Roma para continuar el viaje, debía dejar Roma, aunque costó mucho pero el viaje debía continuar.