24/1/19

[Armenia] Entrando en la historia del golpeado pueblo armenio





Con armenios de Nagorno Karabaj, que celebraban los 100 años de la república de Armenia

Armenia es un pequeño país limitado por Georgia, Irán, Azerbaiyán y Turquía. Antes de entrar en sus tierras tenía vagas referencias acerca del país, de su cultura y su historia, en mi mente solo deambulaban ideas de una tierra rodeada de conflictos bélicos arrastrados a lo largo del último siglo. Sabía por ejemplo que fue parte de la ex-unión soviética, de sus problemas con Azerbaiyán y la región de Nagorno Karabaj y también algo sabía sobre el genocidio del que había sido víctima su pueblo. Pude notar por ejemplo que, en cuanto hablaba de mi viaje y mi paso por Turquía, las expresiones faciales cambiaban e incluso parte de ellos reconocía su desprecio por todo lo que viniera del vecino país. Yo había pasado dos meses en Turquía, venía de vivir una gran experiencia donde fui recibido de muy buena manera en cada rincón y donde además había dejado muy buenos amigos. Intentaba de vez en cuando argumentar con algunos armenios explicándoles lo dañina que es la generalización, les decía por ejemplo que no podía imaginar a ninguno de mis amigos turcos avalando aquellos crímenes en los tiempos del genocidio, pero la historia del genocidio está tan arraigada en la historia de Armenia que resulta delicado incluso hablarlo cien años después.  

Entré al país por la frontera norte con Georgia. mis primeros días transcurrieron muy tranquilos, cruzando los frondosos cerros gozando de un buen clima. Me fue fácil encontrar jóvenes que hablaban el inglés con fluidez, me comentan que lo han aprendido mientras se mueven entre Georgia e Irán, países con los cuales mantienen buenas relaciones. Estos son los primeros encuentros con la historia del pueblo de Armenia, pero hasta aquí no tengo dudas, solo ganas de oír sus historias.

Uno de estos primeros días en el país me encontraba acampando a orillas del camino y por la mañana veo a la distancia y sobre los cerros algo parecido a un monasterio. Sabía de los antiguos monasterios en sus cerros pero no esperaba encontrarlos tan pronto ni tan de sorpresa, pero ahí estaban a solo un par de kilómetros aunque sobre una empinada colina. Abandoné el campamento decidido a explorar y al cabo de una hora ya estaba en el monasterio. Una antigua construcción en piedras de la montaña, cuanto hermoso trabajo abandonado, cuanta historia resguardada en el lugar. Intenté leer pero todas sus escrituras están en Armenio, alfabeto extraño que sus letras redondeadas me parecen todas similares, había intentado memorizar algunos caracteres pero no había caso, sin embargo encontré una piedra tallada con el mejor y más universal de los alfabetos: los dibujos. Había dibujada una guitarra, una jarra de vino y otro objeto que no reconozco pero me da la idea de una fiesta tallada en piedra.

Para llegar a Yerevan, la capital del país, me decidí a tomar una ruta que se aproxima a la frontera con Azerbaiyán que a la vez rodea el gran lago Sevan que para Armenia es algo parecido a un mar. Para ello tengo que subir bastante cruzando alguno que otro llamativo pueblo. En uno de ellos conocí dos chicos que hablaban el español, los oí hablando en un café y me acerqué a ellos para preguntarles con curiosidad que hacían en Armenia, por que no parecían viajeros. Uno era español y el otro de Colombia, eran estudiantes de un proyecto internacional de educación. Estos llevaban un año en el país y me dieron una gran introducción a la historia moderna y también algunos buenos datos para visitar en Yerevan.

Para acercarme al lago subí una gran colina y sobre su cima había que cruzar un extenso túnel que parecía una cámara de gas, con algo de iluminación pero con mucho barro, esto lo veía en la huella que dejaban los camiones al salir. Enfrenté el túnel y no fue fácil cruzarlo, el aire por dentro era irrespirable, el asfalto en gran parte inexistente, llovía al interior del túnel y por ratos había solo espacio para un coche. La visibilidad era muy reducida, no podía siquiera ver el cuenta kilómetros para saber cuantos kilómetros tenía por delante, pero finalmente lo conseguí y una vez fuera respiré el aire puro que lo sentí como un gran premio. En aquel momento un hombre se acerca y me trata de decir algo que no entiendo, quiere que lo acompañe, me está invitando a un té y acepto. Se trataba del vigilante del túnel, me llevó luego a su salón de vigilancia donde ocho antiguos televisores lo mantenían informado del acontecer en el túnel, logro comprender que el hombre había seguido mi trayecto, que me había visto sufrir y en cuanto crucé fue a mi encuentro para ofrecerme el té que luego se transformó en un vodka. Tomé una ducha en el lugar y continué hacia el lago llegando al mismo tiempo que la noche. 

Días después llego a Yerevan, la capital del país con el gran monte de Ararat de fondo (El mismo del arca de Noe). Me impresionan los edificios de arquitectura soviética, sus amplias calles, los antiguos tranvías, quiero explorar la ciudad, pero debo ir primero al hotel que me alojará hasta conseguir la visa de Irán. El hotel es bastante económico y mi paso por este hotel es un viaje aparte, amigos de la India han copado varias habitaciones tratando de alcanzar el "sueño europeo", aquí me entero de lo que les toca vivir antes de llegar a Europa, de todo el dineral que pagan, de los riesgos y de sus sueños, muchas veces sepultados por las exageradas expectativas o por ser estafados por los llamados "traficantes de personas", ¡Si!, suena terrible pero así es. También hay varios iraníes que han llegado al país con diferentes intenciones, algunos escapando del hostigamiento religioso, otros buscando una trabajo mejor pagado. Con estos últimos trato de interactuar por que Irán es mi siguiente país y no consigo buenos comentarios sobre la contingencia pero cada una de ellos me muestra cuanto amor tienen por su país.

Me tocó esperar dos semanas en Yerevan, fui rechazado por la visa en una primera intento y en un segundo intento la conseguí, feliz ahora tenía que planear mi ida a Irán. En las dos semanas tuve un buen descanso en Yerevan, aproveche mis días con la lectura y también para vender a distancia el libro que había escrito un par de meses antes, pero antes de dejar la gran ciudad tenía que visitar al museo del genocidio que estaba de camino, impactantes relatos y fotografían que me sensibilizaron, que me mostraron cuan golpeado había sido el pueblo de Armenia.

No hubo mucha novedad en los siguientes días. Me fue bastante sencillo encontrar lugares para acampar, lugares tan bellos que invitaban a quedarse más tiempo. Cruce el pueblo de Goris donde impresionantes figuras se podían ver en sus cerros, agujas de tierra y roca que parecen de mentira, rodean el pueblo y también un cementerio, es un lindo espectáculo. Luego me aproximé a la región de Nagorno Karabaj, región que ha estado en disputa desde hace más de veinte años, entre el pueblo de Armenia y el vecino país de Azerbaiyán. Aquella frontera está lejos de ser lo que se puede imaginar, se respira una calma impresionante, no hay cerco alguno ni siquiera control cuando la carretera entra varios metros en el país.

Continuo por la frontera hasta llegar a Kapak donde pasé mi ultima noche en Armenia. Aquí tengo la fortuna de conocer a algunos muchachos que hablan muy bien el inglés, les escucho por largo tiempo sus impresiones del conflicto de Nagorno, también sus esperanzas, me siento muy sensibilizado y continuo muy triste por todo lo que le ha tocado vivir a este pueblo y por la guerra aún presente. Por la mañana siguiente me tocó subir una gran cuesta y luego unos treinta kilómetros solo descenso donde el paisaje cambió drásticamente, pasó del verde lluvioso a los áridos cerros. Recuerdo que dejando el último pueblo noté que la frontera estaba muy cerca, todo indicaba que el cerro que tenía en frente era parte de Irán, esto me dio energías para continuar más rápido hasta que llegué al río Aras que separa ambos países y pude contemplar Irán, ya lo tenía en frente, casi podía tocar las tierras persas, esas llenas de historias, de Persepolis, de Xerxes, de Ciro, ¡Que emoción!. 

Jamás tuve un problema cruzando Armenia, pero en los últimos dos kilómetros antes de llegar a la frontera con Irán los militares me detienen para un control rutinario, uno de ellos me revisa la cámara fotográfica mientras el otro me toma sin permiso la bicicleta e intenta montarla. Ellos todos ríen, pero les expreso mi molestia y luego de ello la revisión se vuelve más exhaustiva. No les ha gustado mi seriedad pero me siento vulnerado, estoy seguro que me han detenido por que llevo una gran barba y estoy en la frontera con Irán, su detención ha sido solo por una sospecha racial e intentan buscar cualquier indicio para confirmar sus teorías, pero luego de media hora me permiten continuar. Es muy triste que me halla sucedido esto justo en la frontera pero lo olvido pronto por que el trato recibido por los militares no fue representativo del trato recibido durante el último mes que cruce las tierras armenias.

He llegado a Irán .... he llegado luego de 20 mil kilómetros a Persa ! 


Los primeros caminos que seguí en Armenia, muy cerca de la frontera con Georgia

Encontrar hermosos lugares para acampar fue muy sencillo

Un monasterio que encontré de sorpresa, de piedra tallada y bien conservado (para estar abandonado)

Un hermoso rincón habitado

Antigua fábrica siendo devorada por el bosque

Amaneciendo con el lago Savan en frente

En Yerevan, durante la celebración del "día de la victoria", cuando los nazis se rindieron en la segunda guerra mundial

La madre protectora de Armenia, en la celebración del día de la victoria

Este hermoso rincón fue mi hogar durante dos semanas, mientras esperé mi visa para Irán

Me gustó esta escultura y en general la plaza en yerevan

El parque Alexander visto desde el museo al aire libre, parque con muchas esculturas entre ellas algunas de Botero

Una escultura de Botero en Yerevan. De fondo, el museo al aire libre

La plaza de la república, en Yereván

El museo del genocidio contra el pueblo de Armenia

El monte Ararat que se ve desde todo Yereván

Artashat, una de las antiguas capitales de Armenia

Avanzando poco a pocoal sur. Esta era la entrada a un visitado monasterio

Subiendo y subiendo

Luego de una gran lluvia, muy cerca de ka cima del paso Borotan

Durmiendo cerca del paso Borotan, sur de Armenia

Un río de flores, de camino a Goris. Sur de Armenia

Sur de Yerevan

Parece que converso con el burro pero ¡No!, no deja de moverse y la foto va a salir, solo le digo que se quede quieto !

Las formaciones de Goris

En Goris, cerca del cementerio donde es posible además entrar a una gran cueva

Las extrañas formaciones en Goris, al sur de Armenia

Los hermosos cerros abrazados por el bosque

Las pequeñas colinas del sur de Armenia, en la frontera con Nagorno Karabaj

Mi campamento en Kepan, última noche en Armenia

Sobre el paso Meghri, a 2535 msnm

El último gran descenso antes de llegar a la frontera con Irán

1 comentario:

  1. Que bknes las fotos Pablo, nunca habia visto easos lugares ahora goris y ararat y yerevan han quedao en mi cabeza!

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