14/2/19

[IRÁN 2/3] Entrando en la historia y costumbres persas. Llegando a Persepolis



La ruta seguida en Irán

Estoy en Teherán, la capital de la república islámica de Irán. He llegado luego de tres semanas desde la frontera con Armenia. Aquí en Teherán tengo que solicitar las visas de Uzbekistán y Turkmenistán,  así es que estaré al menos dos semanas en la capital, tiempo que me ayudará a conocer más Irán, su gente, su cultura y como viven con la "religión" como regla.

Antes de mi llegada a Irán poco sabía sobre como vive y se regula una república religiosa, pero una vez en Teherán fue resolviendo varias dudas, aunque debo reconocer que algunas situaciones me produjeron un pequeño schock, pero vamos por parte. Como república islámica se deben seguir las reglas del corán (o sus interpretaciones), esto quiere decir que lo que se interprete del corán es ley. Los extranjeros también deben seguir las reglas, aunque basado en mi experiencia no son para nada estrictos. Por ejemplo en el tiempo del Ramadán, la ceremonia religiosa más importante del islam, donde se le exige a los fieles ayunar, habían algunos restaurante abiertos durante el día, aunque claro, con cortinas cubriendo sus ventanales. Tampoco se podía beber líquido pero siempre lo hice y jamás tuve problemas, excepto una vez que un hombre se me acercó y me dijo que debía ir a lugar escondido para beber agua (una vez, de al menos cien veces), Así es que me sentí bastante "tolerado" por mi condición de extranjero.

Existen también reglas especiales de vestimenta, de saludos y de contactos como en cada país del mundo, aunque la diferencia entre mujeres y hombres me resultó chocante. Ir por ejemplo al metro y ver que sus extremos están habilitados "solo para mujeres", o que los buses están separados por géneros, que las mujeres deben usar hijab mientras los hombres no, son algunas de las cosas que me llamaron profundamente la atención. Es aquí donde comencé a hacer preguntas a la gente local cada vez que tenía la oportunidad, ¿Crees que una mujer pueda llegar a comandar el país?, me pareció triste recibir como respuesta un "no" de varias mujeres, pero luego fui conociendo la juventud, juventud que me fue mostrando otro Irán, otros puntos de vista, otras expectativas y muchas ganas de transformar el país, aunque siempre hubo algo en común, transversal a las generaciones, a la religiosidad y las diferentes etnias que componen el país y fue: La generosidad. Esta generosidad que cautiva, me hace creer que el resto del mundo tiene un serio problema con el egoísmo.

Teherán por otra parte es una ciudad inmensa, con calles abarrotadas de tráfico, con un moderno metro, de construcciones modernas, pero algo muy impresionante son sus parques con sus cientos de jardines repartidos por cada rincón de la ciudad. Aquí la sociedad utiliza sus parques, estos se abarrotan en cada tarde, familias completas preparan sus cenas en los jardines, al aire libre, esto me parece hermoso porque estando al medio de una gran ciudad parecen estar de campamento.

Los amigos que voy encontrando en Teherán me invitan a una expedición a las faldas del Damavand, la montaña más alta de Irán. Aquí compartí con jóvenes familias, los que me regalaron la hermosa oportunidad de conocer más su cultura, sus comidas, religión, sus sueños, todo en medio de una especial atmósfera de respeto a las diferencias, me sensibilicé por sus intenciones, su alegría, la tolerancia, me sentí uno más del grupo y volví a irme con ellos de excursión una semana después, ahora para intentar escalar el Pashoora. Dos días de excursión fueron necesarios, aunque con el grupo me sentía tán cómodo que podría haber convivido con ellos un mes. En aquella excursión fue necesario hacer un campamento base y por la noche alrededor de una fogata nos unimos entre canto y bailes, tan mezclados que derribamos todas las diferencias. El cielo nos premió con un hermoso estrellado profundo y el día siguiente coroné el Pashoora, de 3860 metros de altura. La coronación me premió también con una increíble vista al Damavand, la montaña más alta de Irán que me miraba invitándome a escalarla, pero tenia que volver a Teherán, el trámite de las visas había concluido y me quedaban solo dos semanas para llegar a la frontera con Turkmenistán, lamentablemente tenía que continuar.

Me despedí de Sina, amigo que me hospedó en Teherán, y su madre preparó para mi despedida una delicioso menú, no podía faltar más. Me había decidido tomar un bus hasta Qom, puesto no tenía muchos días más y quería llegar a Persepolis. El trámite del bus fue bastante sencillo, pagué dos dolares extras y me cargaron con la bicicleta sin problema, luego continué pedaleando hasta llegar a la siguiente ciudad. Cuando llegué a Kashan, pude sentir el calor venidero, con los siempre más de 30 grados por la noche poco podía dormir, pero la ciudad era hermosa y habia que visitarla. Una ciudad de tierra, propia de desierto. Me metí en su centro histórico con la idea de perderme y así fue, entre callejones que no seguían un patrón, de pronto doblaban repentinamente, se cortaban, fusionaban con otros callejones  de pronto se conectaban con pequeños bazares. Entre medio, las grandes y hermosas mezquitas, muy bien conservadas, también las antiguas casas de gente poderosa en aquel tiempo, muchas de ellas ahora museos abiertas para el visitante.

Desde Kashan sentí el desierto golpeando fuerte, caminos rectos hasta que se me perdían por el horizonte, con el calor reflectando del asfalto y ninguna sombra donde descansar. Fue bastante duro pero me las arreglé para llegar a Isfahan, ciudad que tenía que visitar, me la habían recomendado varios amigos iraníes. En  Isfahan me esperaban uno grupo de amigos y con ellos, además del grandioso recibimiento recorrimos la ciudad, probé cuanta comida local se me cruzara. Es en estos momentos cuando me lamento no tener un estomago más grande, por que aún hay mucho más por probar y los amigos junto con mi olfato insisten, pero aún falta el helado, por supuesto con ese color anaranjado por el azafrán. ¡Nooo!

Luego me fui a Shiraz, la ciudad que antiguamente fuera famosa productora de vino hasta que el alcohol pasó a ser ilegal en el país. Aquí más amigos me reciben, son estudiantes de medicina y descubro bastante con ellos, sobre como es ser "un estudiante" en Irán, las expectativas que tienen, sus opiniones sobre le país, además recorrimos la ciudad visitando sus mercados con aquellos hermosos patios interiores, con piletas, jardines floreados, coloridos mercados que te abrazan en medio del desierto. Pero debo continuar pronto con el viaje, no me quedan muchos días y aún tengo que llegar donde soñé de pequeño estar algún día, de cuando leía libros de exploradores o de la antigua historia, desde que naciera aquella fantasía por viajar, tenía que llegar a la más antigua capital de Persa, iba de camino a Persepolis.

Pasé aquella noche en un pueblo a unos diez kilómetros de Persepolis y la mañana siguiente me propuse continuar pedaleando, pero mi anfitrión me insiste en ir con coche a Persepolis por que dejar la bicicleta en el lugar puede ser riesgoso, pero quiero ir con el burro por que cada vez que nos separamos algo pasa, pero la insistencia es tanta que acepto y dejo la bicicleta en el pueblo, "será solo una mañana" me digo, que más da.

El camino a las ruinas es grandioso, se pueden ver desde lo lejos, enclavadas en un cerro pedregoso. aprovecho de ir temprano por que la temperatura superará los cuarenta grados durante el día. En la ciudad me recibe "la puerta de las naciones", con impresionantes leones tallados en roca, impresionante, bien cuidado pero penosamente con algunos grabados en inglés por antiguos exploradores y comerciantes. Continuo recorriendo los antiguos palacios, de los cuales quedan solo las columnas pero varias con hermosos tallados que retratan las clases sociales de aquel entonces, guerreros, pescadores, sirvientes, los reyes y una serie de otras figuras. Luego me voy a las tumbas que estan sobre la colina y una vez ahí reflexionó sobre todo lo que acababa de ver. Una ciudad de 2500 años, testigo de guerras, invasiones, varios reyes, grabados en escritura cuneiforme, decretos escritos en roca y cuanta tecnología para aquellos tiempos, reflexiono sobre cuan impresionante tenía que ser esta ciudad viva, en medio del desierto, aunque por aquí antes pasaba un río, quizás incluso habían muchos jardines y parques, ¿cuanto hemos aprendido en estos 2500 años? 

La visita a Persepolis me había llenado de emociones, quería compartir con todo el mundo mis impresiones, mis fotos del lugar puesto el día fue increíble y tenía algunas fotos muy lindas, ¡Vamos a revisarlas!, pero ¿Donde está mi cámara de fotos?. No lo podía creer, HABÍA PERDIDO LA CÁMARA DE FOTOS cuando iba de regreso al pueblo en busca del burro, un bajón instantáneo, todo la alegría acumulada por la visita a Persepolis se me caía a pedazos, me sentí frágil por apenarme por algo material, pero tenía muchas ganas de compartir las fotos, además no había respaldado las fotos de al menos dos semanas de viaje, estoy triste, pero aún así tengo que continuar.

De regreso en el pueblo, tomé el burro y nos fuimos, pero antes de continuar la ruta decido pasar una vez más a Persepolis, al menos para tomar una foto con el teléfono (de todas formas Persepolis está de camino). Dejando el pueblo veo un hombre con problemas con su bicicleta, ha pinchado y con ánimo en el suelo decido de todas formas ayudarle, he decidido seguir sonriendo, como siempre, la vida da muchas más sorpresas de las que te quita, pero son sorpresas mágicas, que se pueden ver solo cuando sonríes. Así llegué nuevamente a Persepolis, sonriendo pese a haber perdido mi cámara con todas las fotos. En la entrada de los ticket explico al hombre que quiero entrar a solamente a tomar una foto puesto he venido por la mañana y he perdido mi cámara. El hombre accede pero cuando voy entrando un hombre que hablaba solo persa se me acerca, me intenta decir algo pero no entiendo, me pide que lo acompañe hasta su taxi y vamos, cuando llegamos el hombre abre su taxi y toma desde el interior mi cámara de fotos. No me lo puedo creer, el hombre ha revisado las fotos y me ha reconocido por la bicicleta y la ropa de esta mañana, la emoción es tan fuerte que lo abrazo, ¡les dije!, cuando se sonríe las sorpresas llegan solas.

Ahora si que voy contento, más contento que si no hubiera perdido nunca la cámara. Que gran día he vivido, siento por momentos que el corazón no tiene capacidad para tantas emociones, pero bueno, prefiero morir ahogado de emociones que apenado por no tenerlas.


En mi llegada a Teherán, me encontré con este parque que tiene una elefantes de pasto 


El camino a la excursión del Damavan, desde la laguna Lar Dam. norte de Teherán

En la exploración al monte Pashoora, de 3800 metros. Nuestro campamento base y de fondo el Damavan, de 5610 metros. 
En la cumbre del Pashoora (3810 metros) y de fondo el Damavand (5610 metros). Norte de Teherán


En la embajada chilena en Irán, tuve la oportunidad de reunirme con uno de los hermanos Omidvar, que viajaron durante diez años por el mundo, en los tiempos que era muy complicado hacerlo.

La comida en Irán es para los anfitriones de lo más importante, querrás que pruebes de todo, especialmente lo de su región. Pueden dedicar una mañana completa cocinando para el huesped y  feliz lo repetirán para la cena, si decides quedarte con ellos.
En Kashan, al sur de Teherán, ciudad muy calurosa pero con un atractivo centro histórico.

La mezquita de Agka Bozorg en Kashan, una de las más importantes en la región

Los pequeños callejones de la ciudad, donde pasado el medio día la sombra se aprovecha bastante bien

En un museo que fuera antiguamente fuera un baño 

En el techo de los baños, cada semiesfera es el cielo de una habitación.

Los ayatolas en Irán, pintados en cada pueblo. Junto a ellos y a su derecha, un bebedero público de agua fría.

Entrando poco a poco en el desierto, el paisaje cambia y la temperatura sube cada vez más

Este fue un antiguo castillo, destruido por el tiempo y el abandono
En mi llegada a Esfahan


La plaza de Naqsh-e Jahan, en el centro histórico de Isfahan. 

La gran plaza con la mezquita de fondo

El puente 32, se llama así por que tiene 32 arcos en toda su longitud. Isfahan

En Shiraz me invitaron a visitar este museo, que fuera cárcel y antes un castillo.

El castillo, que luego se convirtió en cárcel y ahora es un museo. Shiraz

Las pequeñas plazas interiores en los mercados de Shiraz son lugares increíbles, con hermosas fuentes, pintorescos bazares, restaurantes, cafés. Es increíble el colorido

Otra Plaza de Shiraz, con el atardecer que trae una fresa brisa para capear los calurosos días

En Persepolis, la puerta de las naciones. Tremendamente bien conservada, con sus guardianes tallados en piedra. Lo penoso, son las escrituras talladas en Inglés por viajeros, exploradores de hace algunos siglos.

Las esculturas en piedra de Persepolis, retratan como se organizaba la gente, como estaban compuestas las clases sociales, los ejércitos.

Imagínense lo imponente que fue haber levantado este palacio hace 2500 años. Hoy solo quedan los pilares de piedra, aunque aún así se aprecia la majestuosidad y delicadez del trabajo.

Esculturas muy bien desarrolladas en muros de piedra, columnas. Es realmente impresionante

Esta columna aún conserva su escritura en cuneiforme, el que se cree fuera el primer sistema de escritura en la humanidad. 
Las ruinas de otro templo, con sus pilares y tallados por doquier.



1 comentario:

  1. pablo eres digno representante de un pais que necesita de la cultura y digno como persona.tomaré con tu beneplácito unas fotos para presentarte a mis amigos para que vean hasta donde llega el hombre cuando persigue un fin.en tu caso para sentirte lleno y feliz

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