30/4/17

[España 6] Desde el estrecho de gibraltar hasta Portugal



Sobre el ferry cruzando a Europa una anécdota. Estaba cruzando desde África a Europa por ferry. El clima no era bueno y varias navieras habían suspendidos sus viajes por el estrecho de Gibraltar, solo una continuaba y en esa conseguí un ticket. El barco emprendió la marcha en medio de la fuerte lluvia. A medida que se adentraba en el mar, las olas aumentaban su tamaño, los vientos soplaban más fuertes y la lluvia se confundía con el agua que salpicaba desde el mar, para sorpresa mia, la terraza estaba abierta y en cuanto lo supe subí (sin ninguna duda). Me dirigí hasta el extremo de la cubierta donde el viento me hacia perder el equilibrio, afirmado con una mano a la barrera levantaba la otra para recibir las olas que salpicaban desde el mar. Eran varios metros que subía y bajaba, muy mojado y con frío pero estaba feliz, me sentía una pirata luchando contra una tormenta. La gente desde el interior del barco me miraba extraño, claro, había que estar un poco loco para estar ahí, pero de pronto miro hacia el costado y en el otro extremo de la cubierta un muchacho disfrutaba al igual que yo, mojado pero una sonrisa que no cabía en su cara. El muchacho se da vuelta y en ese momento le digo, ¿Michael?. Resulta que no eramos extraños, nos habíamos conocido en Marruecos viajando. He comprendido que no es coincidencia ni suerte encontrarme a la gente que me voy encontrando en el camino, estamos por lo general haciendo lo que los "cuerdos" llaman "locuras" pero nosotros preferimos llamarle vivir.

Ya de regreso en algeciras, la ciudad de olor extraño me recibe nuevamente con aguaceros. Voy hasta un pueblo cercano donde me espera un amigo, Jesús, con quien espero a otro amigo chileno, Edgardo. Este último tiene unos días libres y un coche rentado por lo que decido pausar el pedaleo y emprender con él una parte del viaje. A tarifa, nuestro destino, cruzando el ventoso estrecho de Gibraltar, recorriendo sus hermosas playas y caminando en sus inquietas dunas. Fuimos luego por Cádiz, Sevilla y finalmente nos separamos en Huelva, desde donde continué nuevamente con la bicicleta. Mi última noche en España fue bajo un pequeño bosque durmiendo con la hamaca, fue una gran despedida.

















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