9/4/14

Los 2500 km en bicicleta [Parte 5/5: Lonquimay/Talca]




En el lago Budi

1636 – 1859 km [Lonquimay/Puerto Domínguez]

Por la mañana y luego de retornar a Chile, saqué dinero y compré algunas cosas que extrañaba, especialmente el pan marraqueta crujiente de la mañana. Me comí 3 y con queso. Pedaleé desde temprano por la ruta que conduce al túnel las raíces, antiguo túnel ferroviario que hoy es uno de los más extensos de Latinoamérica. Al llegar, no me dejaron transitar por el túnel  así es que por tercera vez tuve que subir mi bicicleta a un vehículo. 

La ruta del último tramo. Lonquimay-Talca.
En el puente a la salida de Lonquimay
Cerca del túnel las raíces.

La ruta 181 es una bella ruta, pero en algunos lugares desaparece la banquina quedando los ciclistas muy expuestos a un accidente ya que los vehículos transitan a alta velocidad. Llegué a Curacautín, desde donde tomé dirección a Lautaro para luego llegar a Galvarino donde me esperaba Alice, una buena amiga que no veía hace más de un año. De camino, comí membrillos, manzanas, duraznos y peras silvestres a orillas de la ruta.


En Galvarino me quedé dos noches descansando y compartiendo con Alice.  Continué luego mi ruta rumbo al sur. Mis intenciones eran llegar al lago Budi, único lago salado de América (al menos así decía un letrero a su llegada). Aquel día -pasando por Chol Chol- llegué a Nueva imperial, necesitaba abastecerme de gas para mi cocinilla así es que esperé ahí hasta que abrieran la ferreterías.


Camino a Lautaro
Con Alice en Galvarino. Nos pareció muy divertida la cara de español en el mural
En el acceso a Chol-Chol. El letrero da la bienvenida en mapudungún.

Desde Nueva imperial me fui a Carahue, la ciudad de 3 pisos que no conocía y me sorprendió de buena manera, con su arquitectura y sus locomotoras ancianas que abundan por todos lados. Tomé la ruta que conduce a Puerto Domínguez, una bella ruta de asfalto que bordea el lago pasando entre verdes cerros y campos,  más al poco andar se terminó el asfalto para llegar al gran y bello lago Budi. En puerto Domínguez pasé la noche en la playa “La chascona”, a orillas de Budi.



Saliendo de Chol-Chol, antiguo puente ferroviario.
Escaleras peatonales en Nueva Imperial
En un mirador de Carahue
Estatuas de madera de gran tamaño, en Puerto Domínguez. Lago Budi
En la Playa la Chasquilla, de Puerto Domínguez. Lago budi
Atardecer en el lago Budi

1859 – 2230 km [Puerto Domínguez – Concepción]

Por la mañana decidí tomar el transbordador que sale desde Puerto Domínguez, sin siquiera saber su destino, pero era gratis así que lo tome. En este conocí a una familia de Puaucho -destino del transbordador-, que me invitaron a comer y estuve con ellos hasta el día siguiente, además conocí esta pequeña pero hermosa localidad ubicada entre el lago y el mar.
Al día siguiente me despertó la lluvia, que suave y confundida con la vaguada costera mojaba bastante. Luego del almuerzo comencé a pedalear para llegar a Puerto Saavedra, ciudad a la que llegué cerca de las 17:00 hrs.


Tomé el borde costero, que en un par de kilómetros llega al río Imperial donde vialidad dispone de una balsa gratuita para cruzar a Nahuentúe. Aquí conversé con pescadores, me hablaron de sus fiestas tradicionales y de su oficio, además me dieron recomendaciones para seguir la ruta. Aquel día pedaleé hasta que me cayó la noche y acampé en una medialuna de camino a Tirúa.


El camino costero, desde Puaucho rumbo a Puerto Saavedra
Esperando la balsa para cruzar a Nehuentúe
Nehuentúe
Camino a Tirúa. Aún en la novena región
Rumbo al lago Lanalhue
Llegando a Cañete. Tomé la fotografía con zoom para ver cuantos km que me faltaban, pero la sorpresa fue ver al hombre ebrio en el camino
Una linda ruca. En el museo Mapuche de Cañete

La ruta costera tiene algunos tramos en muy mal estado, me estropeó bastante la bicicleta y me bajó los ánimos, pero nunca como para abandonar. Al llegar al límite de la octava región, el camino mejora considerablemente y unos 5 km antes de llegar a Tirúa, aparece el asfalto.
A Tirúa llegue por la tarde, y luego de comprar unas cosas, conocer sus playas y conectarme a una computadora, seguí un poco más al norte y llegué a Quidico, donde me recibió un lindo atardecer con la isla Mocha entre el ocaso y el inmenso océano.

De Quidico me fui hasta Cañete -ciudad en la que ya había estado- pasando por los bellos e inmensos lagos Lleu-Lleu y Lanalhue. Visité el museo mapuche y luego continué un poco más al norte hasta llegar a La araucana, donde pasé la noche en compañía de un “mentiroso”, ¡así es!.  Todo un personaje, de los típicos del sur que cuentan sus historias exageradamente, pero me reí mucho.


La playa de Arauco. Tranquila, pero una celulosa cercana no ayuda al paisaje
Una linda playa, camino a Lota
En el restaurante Safari. En playa Blanca
En Concepción, esperando a un amigo.

Poco más al norte entré a recorrer Curanilahue y luego Arauco, para luego seguir la norte y llegar a Lota, donde luego de buscar un camping y no encontrarlo, fui invitado por Cristian a pernoctar en su restaurant. Luego de unas pizzas y reír mucho me fui a dormir.


Al día siguiente pedaleé hasta concepción, donde pude por fin tomar un mote con huesillos, lo que venía deseando hace mil kilómetros (y no exagero). Seguí al norte aprovechando el día hasta llegar a Penco, donde recibí un mensaje de un amigo que me esperaba en Concepción con cervezas heladas, así es que… me devolví.

2230 – 2505 km [Concepción - Talca]

Dos días estuve por Concepción. Entre mariscos y cervezas no tenía muchas ganas de partir, pero debía continuar. Definí esos días hacer la ruta costera, aquella que desde Dichato llega a la desembocadura del Itata, aunque no fuese de asfalto me la habían recomendado.

Penco, Tomé y Dichato los pasé muy rápido, porque ya los conocía. Intenté ingresar a Pingueral, pero en el camino de acceso un guardia me negó el ingreso. En todo el viaje jamás viví algo similar, estar además frente a un icono de la propiedad privada de Chile.

Desde Pingueral se acaba el asfalto y aparecen el ripio y la tierra, que entre bosques e importantes pendientes bordea la costa hasta llegar a la desembocadura del Itata. Hay lindas playas en el camino, que de a poco se van poniendo más violentas y rocosas. Pernocté en Purema, en la casa de un pescador que me contó todas sus anécdotas del Tsunami del 2010.



Pedaleando por la playa de Tomé. Recorrí un par de kilómetros por la arena
La reconstruida playa de Dichato
Vegas del Itata, muy cerca de la desembocadura del río del mismo nombre.

Al día siguiente continúe por la dura ruta. Al llegar al Itata me sorprendió el enorme acueducto de una celulosa que cruza todo el río Itata y los camiones forestales que, pese a ser una zona poblada, transitan a gran velocidad. Al llegar a Coelemu vuelve el asfalto, con la ruta de “Los Conquistadores” –Ruta 126-, que luego sigue por Treguaco, Quirihue y Cauquenes. Hasta aquella última ciudad llegué ese día.

Por la mañana tenía intenciones de llegar a San Javier –distante a 30 km de Talca-, pero el mal pronóstico para el día siguiente me obligó a pedalear hasta Talca. Comiendo uvas en la orilla de la ruta tuve energías suficientes para llegar temprano a San Javier y pasar a saludar a un amigo. Al poco rato comencé el trayecto final, los últimos 25 km del viaje.



Un palote en el camino. Lo salvé de morir arrollado, pero ya había perdido un brazo.
Llegando a la séptima región. Por fin de regreso en la región.

Llegué a Talca cerca de las 20:00 hrs. En mi casa no me esperaban así que fue toda una sorpresa. Bebí mucha cerveza y me comí la mitad del refrigerador.



Ahora y con la suficiente experiencia…. A preparar el gran viaje.

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